1898: primeros pasos
En 1898, Hans von Pechemann, un químico alemán, observó un precipitado blanco, obtenido por descomposición de diazometano (que había descubierto en 1894) en éter.
Un año más tarde, Eugen Bamberger y Friedrich Tschirner describieron este producto como polimetileno ([CH2]n), un polímero cuya fórmula es idéntica a la del polietileno ([C2H4]n).
1933: nacimiento de un gigante
En 1933, dos químicos, Sir Fawcett y Sir Gibson, que trabajaban para la empresa ICI (Imperial Chemical Industries, con sede en Londres, surgida de la fusión de las empresas Brunner Mond, Nobel Explosives, United Alkali Company y British Dyestuffs Corp.) probaron las reacciones de diversos compuestos químicos en condiciones de mucha presión.
Durante la realización de una de estas pruebas, al desencadenar una reacción entre el etileno y el benzaldehído, una fuga a nivel del tubo de ensayo pareció dejar escapar toda la presión. Se repitieron las pruebas y el resultado fue idéntico: se recogió una sustancia blanquecina, parecida al plástico. La polimerización de este plástico explica la pérdida de presión. El resultado del experimento cambiaría el mundo: había nacido el polietileno.
Desde 1936, ICI industrializa este nuevo termoplástico, que desempeñó un papel importante en la segunda guerra mundial. En efecto, el polietileno se utilizó, en primer lugar, como revestimiento de cables submarinos y luego como aislante para los nuevos radares embarcados en los cazas y bombarderos, que fueron decisivos para la aviación aliada.
Liviano y resistente, el material es ideal para la industria aeronáutica y lo podemos encontrar, incluso hoy, en la fabricación de numerosas piezas y equipos aislantes de los aviones.
El polietileno, comúnmente llamado «PE», es un polímero termoplástico, translúcido, químicamente inerte, fácil de manipular y resistente al frío. También es económico y fácil de producir.
De este modo, tuvo un gran éxito en la posguerra entre los consumidores, que lo adoptaron masivamente para objetos de la vida cotidiana: botellas de agua, de soda, de leche, embalajes, etc. Hasta la fecha, es el plástico más utilizado en el mundo.
Gracias a sus numerosas cualidades, fue adoptado e integrado en la construcción moderna: excelente aislante para las casas, su impacto energético es muy positivo. El Departamento de Energía de los Estados Unidos estima, por ejemplo, que su uso, más que otros tipos de aislamiento, permite ahorrar sesenta millones de barriles de petróleo al año.
Su uso en el transporte de agua permite reducir considerablemente las fugas y la mayoría de los países industrializados ha optado por usarlo, por ejemplo, en redes de distribución de gas, donde ha reemplazado los materiales tradicionales, ofreciendo mayor seguridad y longevidad a las instalaciones, entre otros beneficios.
Las tres principales familias de polietileno son el PEAD (polietileno de alta densidad), el PEBD (polietileno de baja densidad) y el PELBD (polietileno lineal de baja densidad).
En 2007, la empresa brasileña Braskem anunció la certificación de un «polietileno verde», polimerizado a partir de etileno derivado de etanol, que se obtiene por fermentación de la caña de azúcar.
Se produce en todas partes de Europa y del mundo… Gracias a sus numerosas cualidades intrínsecas y a sus evoluciones durante las últimas décadas, es un material innovador y de alto rendimiento, que continúa desarrollándose fuertemente, especialmente en los sectores de la construcción, de las obras públicas y de las redes.
Actualmente, la Royal Society of Chemistry otorga el premio Gibson-Fawcett, llamado así por los inventores del polietileno. Este premio reconoce los aportes originales e independientes a la química de materiales.
MAB